Un mensaje de amor, de alegría, de misericordia
Todo el Evangelio es una Buena Noticia que el mismo Señor quiere que se proclame: “Id por todo el mundo…”
En Paray-le-Monial, Dios nos ha recordado el “inmenso misterio del amor misericordioso que brota del Corazón de Cristo”. (Juan Pablo II, mensaje póstumo). Un Corazón que conoce nuestra miseria, se inclina hacia ella y ¡nos ama! Esta es la mayor alegría que puede inundar el corazón del hombre. Una alegría que no puede guardarse para sí, porque quien conoce y ama al Corazón de Jesús siente la necesidad de comunicarlo.
El Papa Benedicto XVI, en abril de 2005, nos exhortaba:
“Que Él ocupe siempre el primer lugar en nuestros pensamientos y en todas nuestras actividades”.
“En la alegría del Señor resucitado, confiados en su ayuda permanente, ¡vayamos adelante!”
Y la Santa de Paray-le-Monial exhorta con fuerza a la alegría:
“Os recomiendo sobre todo que estéis alegres, felices y contentos, pues esta es la verdadera señal del Espíritu de Dios, que quiere que le sirvamos con paz y alegría, no contrariados y de mala gana. Haced todas las cosas con un espíritu libre, en la presencia de Dios, con el único deseo de agradarle en todo lo que hagáis”.
“Procurad caminar siempre alegres en la libertad de los hijos de Dios”.
“Y decid con frecuencia: Si el Corazón de Jesús está conmigo, ¿qué me puede faltar?”