TRES PETICIONES DEL SAGRADO  CORAZÓN

 

 

Reparación- Amor- Confianza

Amor

 

O sea intimidad con Aquel que es todo amor y que se pone al nivel de sus criaturas para pedirles que no lo dejen solo y que le den su amor.

 

“Lo único que quiero es amor. Amor dócil que se deja conducir por Aquel a quien ama… Amor desinteresado que no busca ni su gusto ni su interés, sino los de su Amado… Amor celoso, ardiente, devorador, que vence todos los obstáculos que el amor propio  le pone delante; éste es el verdadero amor, el que aparte a tantas almas del abismo de perdición en que se precipitan.

 

Contempla mi Corazón, estúdialo y aprenderás a amar. El verdadero amor es humilde, generoso y desinteresado…

 

Por tanto, si quieres que te enseñe a amarme, como me pides, empieza por olvidarte de ti misma. No cuentes los sacrificios. No mires lo que te cuestan. No examines si una cosa te cuesta o no. Hazlo todo por amor.

 

Muchas almas creen que el amor sólo consiste en decir os amo, Jesús mío, pero no; el amor es suave, trabaja porque ama y todo lo hace amando. Así quiero que me ames tú en todo y siempre; en el trabajo y en el descanso, en la oración y en la acción; en el consuelo, en la tristeza y en la humillación; siempre amando y demostrando el amor en las obras. Esto es amor. Si las almas lo entendieran, ¡cuánto adelantarían en la perfección y qué consuelo darían, comparte mis penas, mis tristezas, mis horas de soledad, hazme compañía. Ámame por a mi Corazón!

 

Dime que me amas: es lo que más me consuela.

 

Quiero que ardas en deseos de verme amado y que tu corazón no se alimente más que en este deseo.

 

Mira mi Corazón y el fuego que lo consume: es el amor que tengo a las almas, pero sobre todo a mis almas escogidas. A ellas reserva mi Corazón un sitio de preferencia… pero, ¡cuántas no lo saben!

 

Entra en mi Corazón, gusta su dulzura, embriágate de su paz, deja que tu Corazón se embriague al contacto de esta divina llama.

 

Comparte mis penas, mis tristezas, mis horas de soledad, hazme compañía. Ámame por tantas almas que me dejan solo y me desprecian.

 

El alma todo lo hace fácil.

 

El alma que ama desea sufrir, y el sufrimiento aumenta el amor.

 

El amor y el sufrimiento unen al alma estrechamente con Dios hasta hacerla una misma cosa con Él.

 

Muchas me reciben bien cuando las visito con la consolación. Muchas me reciben con gusto en la comunión. Pero hay pocas que me reciben cuando las visito con mi cruz.

 

El alma que se ve tendida en la cruz y en ella se abandona, esta alma me glorifica… Esta alma me consuela. Es la que está más cerca de Mí.

 

Dime que me amas: es lo que más me consuela.

 

Quiero que ardas en deseos de verme amado y que tu corazón no se alimente más que en este deseo.

 

Mira mi Corazón y el fuego que lo consume: es el amor que tengo a las almas, pero sobre todo a mis almas escogidas. A ellas reserva mi Corazón un sitio de preferencia… pero, ¡cuántas no lo saben!

 

Entre en mi Corazón, gusta su dulzura, embriágate de su paz, deja que tu Corazón se embriague al contacto de esta divina llama.

 

Comparte mis penas, mis tristezas, mis horas de soledad, hazme compañía. Ámame por tantas almas que me dejan solo y me desprecian.

 

El amor todo lo hace fácil.

 

El alma que ama desea sufrir, y el sufrimiento aumenta el amor.

 

El amor y el sufrimiento unen al alma estrechamente con Dios hasta hacerla una misma cosa con Él.

 

Muchas me reciben bien cuando las visito con la consolación. Muchas me reciben  con gusto en la comunión. Pero hay pocas que me reciben cuando las visito con mi cruz.

 

El alma que se ve tendida en la cruz y en ella se abandona, esta alma me glorifica… Esta alma me consuela. Es la que está mas cerca de Mí.

 

Muchos me reciben bien cuando  las visito con la consolación. Muchas me reciben con gusto en la comunión. Pero hay pocas que me reciben cuando las visito con mi cruz.

 

El alma que se ve tendida en la cruz y en ella se abandona, esta alma me glorifica… Esta alma me consuela. Es la que está más cerca de Mí.

 

¡Pobres almas! Sí, es verdad que  hay muchas almas que no me conocen, pero es mayor el número de las que, conociéndome, me han despreciado para seguir una vida de placer. ¡Hay tantas almas sensuales! Y así se pierden, porque mi camino es de sufrimiento y de cruz. Lo único que da fuerza para seguirlo es el amor.

 

Cuando dos almas se aman, la menor falta de delicadeza lastima el Corazón. Si tú eres fiel en buscar delicadezas de amor, Yo no me dejaré vencer en generosidad. Tu alma se inundará de paz. Jamás te dejaré sola y serás grande en tu pequeñez, porque Yo mismo viviré en ti.

 

Mi Corazón no puede contener el ansia ardiente que le consume de darse, de entregarse, de quedarse para siempre con los hombres. ¡Ah!, ¡cómo deseo que me abran su corazón y que me encierren en él para que este fuego que devora el mío los abrase y los fortalezca!

 

Me entrego a las almas y soy para ella lo que quieren que sea. Si me quieren por Padre seré Padre… Esposo, si me desean por Esposo… ¡Si necesitan fortaleza seré su fortaleza y si desean consolarme me dejaré consolar!

 

El único anhelo es darme, derramar sobre ellas todas las gracias que mi Corazón les prepara y que no puede contener.

 

Déjame dilatarme en ti. Mi grandeza suplirá tu pequeñez. Desde ahora trabajaremos siempre unidos. Yo viviré en ti, tú vivirás por las almas. Mi Corazón lo hará todo, mi misericordia obrará en ti y mi amor anonadará todo tu ser. Cuanto más desaparezcas más seré Yo tu vida y tu serás mi cielo donde descansaré.

 

Háblame, porque estoy contigo. No estás sola aún cuando no me veas. Yo te veo…, te sigo…, te oigo. Háblame sonriente…porque soy tu Esposo, tu compañero inseparable.

 

Si me agradas es por tu pequeñez. No te pido más que amor y abandono. Quiero que seas como vaso vacío que Yo me encargaré de llenar. Deja a tu Creador, que Él cuidará de su criatura. En cuanto al amor, no tengas medida.

 

Si eres pobre, Yo soy rico. Si eres débil. Yo soy fuerte. Lo que te pido es que no  resistas; Yo te defenderé; si caes , te levantaré y no te dejaré jamás. Tú, abandónate; Yo lo haré todo.

 

Quiero que me lo ofrezcas todo, aún lo  más pequeño para compensar el dolor que  me causan las ofensas de las almas, sobre todo de aquellas que me están consagradas.

 

Quiero que descanses sin miedo en mi Corazón. Míralo y verás que ese fuego es capaz de consumir todo lo imperfecto que hay en ti.

 

Abandónalo a mi Corazón y no pienses nada más que en darme gusto. Recuerda que soy tu Padre, tu Esposo y tu Dios.

 

Entra en mi Corazón… a la nada le es fácil entrar y perderse en este abismo de amor.

 

No te pido que merezcas las gracias que te concedo; lo quiero es que las recibas .Yo te enseñaré la escuela donde se aprende esta ciencia. Déjame obrar en ti.

 

Mis ojos están fijos en ti; tú fíjalos en Mí y abandónate.

 

No me importa tu nada, ni  tu debilidad, ni aún tus caídas. Mi Sangre todo lo borra; bástate  a ti saber que te amo. Abandónate a Mí.

 

Es tanto lo que me agrada un alma cuando se abandonan a Mí de verdad que, aunque esté llena de imperfecciones y miserias, hago de ella un cielo donde me deleito en morar.

 

Si todo me lo abandonas, todo lo encontrarás en mi Corazón.

 

Necesito corazones que amen, almas que reparen, víctimas que se inmolen…, pero sobre todo, almas que se abandonen.

 

Déjate llevar con los ojos cerrados, que Yo soy tu Padre y los tengo abiertos para conducirte y guiarte.

 

Cuando pronuncias esta palabra: ¡Padre!, mi Corazón se obliga de cuidar de ti… No sabes cómo se alegran los padres cuando su hijito empieza a hablar  y pronunciar el nombre tan tierno de padre… Al oírlo le abren los brazos y lo estrechan contra su corazón con toda ternura y amor que experimentan un goce muy superior a todos los placeres de este mundo. Pues si esto sucede a un padre, a una madre de la tierra, ¿cuál será el deleite de Aquél que es a la vez Padre, Madre, Dios, Creador y Esposo? ¿Qué corazón puede igualar al mío en ternura y amor?.

 

Sí, alma querida, cuando estés oprimida y angustiada, ven acude a Mí, dime “Padre” y descansa en mi Corazón.

 

Sí no puedes postrarte a mis pies como quisieras, en medio de tu trabajo, repite esta palabra: Padre y Yo te ayudaré, te sostendré, te guiaré y te consolaré.

 

Mira mi Corazón, este es el libro que debes meditar Él te enseñaré todas las virtudes y, sobre todo, el celo de mi gloria y de la salvación de las almas.

 

Mira bien mi Corazón. Es el asilo de los miserables, y, por consiguiente, el tuyo, porque,  ¿quién más miserable que tú?.

 

Mira al fondo de mi Corazón. Es el crisol donde se purifican los corazones más manchados y después son inflamados en el amor. Ven, acércate a este horno; deja aquí tus miserias y  tus pecados. Ten confianza y cree en Mí, que soy tu Salvador.

Mira aún más mi Corazón. Es el manantial de agua viva.

 

Arrójate en él y bebe hasta apagar tu sed. Deseo y quiero que todas las almas acudan a este manantial para encuentren en él su refrigerio.

 

En cuanto a ti, te he colocado muy dentro de mi Corazón, porque, como eres tan  pequeña, tú sola no hubieras podido venir… Aprovecha y bebe las gracias que te doy. Deja que mi amor trabaje en ti y sigue siendo muy pequeña.

 

Sí, dices que soy bueno; para conocerlo no hace falta más que una cosa: unión y vida interior.

 

Si mis almas vivieran más unidas a Mí me conocerían mejor.

 

Éste será nuestro trabajo  en el Cielo: enseñar a las almas a vivir unidas a Mí, no sólo como si estuviera lejos, sino que me consideren en su alma, pues por la gracia vivo dentro de ellas.

 

Si mis almas escogidas viven unidas a Mí y me conocen de verdad, ¡cuánto bien podrán hacer a tantas otras  que viven lejos de Mí y no me conocen!

 

Cuando mis almas se unen estrechamente a mi Corazón, saben cuán ofendido soy…, conocen mis sentimientos…

 

Entonces me consuelan, y llenas de confianza en mi bondad, piden perdón y obtienen gracias para el mundo.

 

Yo te amo porque eres pequeña y porque tu pequeñez me la has dado a Mí.

 

Toda la rabia del demonio no puede hacerte más daño que el que consienta mi amor. Soy Yo el que permito las pruebas y tentaciones de mis almas. Porque si el sufrimiento es necesario a todos, mucho más a las almas escogidas. Las purifica, y así puedo servirme de ellas para arrebatar otras almas del Infierno.

 

Por todo lo que tú me das, Yo te doy mi Corazón.

 

No tengas miedo. Yo te conozco,  pero te amo tanto, que todas estas miserias no podrán apartar de ti mis ojos  ni mi amor.

 

¿No sabes que cuanto más miserables son las almas, más las amo?

 

No te olvides de mí… ámame como Yo te amo… Búscame como Yo te busco… ¿Ves como nunca  te dejo?.

 

¿Crees que sucede algo sin que Yo lo permita? Todo está dispuesto por Mí para bien de todas y cada una de las almas. Por muy oscura que te parezca esta hora, mi poder está sobre todo y mi Obra resplandecerá.

 

Ayúdame a descubrir mi Corazón a los hombres. Quiero decirles que en vano buscan su felicidad fuera de Mí; no la encontrarán… Sufre y ama. Tenemos que conquistar almas.

 

Si el alma está en paz y en consuelo, le es fácil pensar en Mí, pero si está en desolación o angustia, que no tema. ¡Me basta una mirada!…La entiendo, y con sólo esta mirada alcanzará que mi Corazón la colme de las más tiernas delicadezas.

 

Yo iré diciendo a las almas cómo las ama mi Corazón: quiero que me conozcan  bien y así me hagan conocer  a aquellas que mi amor les confíe.

 

Pide… pide… no te canses. No temas ser importuna, porque la oración es la llave que abre todas las puertas.