SOR JOSEFA MENÉNDEZ

 

Josefa nace en Madrid en 1980, en el seno de un hogar cristiano, cálido y laborioso, en el que no faltaron momentos de prueba y de duelo.

 

En 1920 entra en el noviciado de las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, en Potiers (Francia). Su historia, desde su entrada al noviciado hasta su muerte en diciembre de 1923, tal y como la percibieron quienes vivieron con ella, se puede resumir en pocas líneas: toma el hábito en julio de 1920 y hace su profesión religiosa el 16 de julio de 1922. Cuatro años que transcurren en el anonimato de las humildes tareas cotidianas; limpiezas, costura, sacristía. Pero la historia de su itinerario espiritual nos revela la acción del amor de Dios en un corazón cada día más entregado a Él. Muy pronto el Señor comienza a manifestarse con mayor asiduidad a Josefa, a fin de asociarla a su Obra de Amor.

 

“Quiero servirme de ti para dar a conocer, cada día más, a los hombres la misericordia y el amor de mi Corazón… ¡Ayúdame en esta obra de amor!”

 

LA PRESENCIA DE JESÚS EN EL CENTRO DE NUESTRAS VIDAS:

 “Nada de lo que se hace por amor es pequeño”

 

Jesús se manifiesta a Josefa en su vida de cada día: la anima, la tranquiliza, le da a conocer el valor infinito de las actividades diarias hechas en unión con EL y en su presencia. De este modo, lo cotidiano hecho de insignificancias, se convierte para ella, como para nosotros, en un espacio de unión con Dios y con su Obra de Misericordia.

 

“El alma que sabe hacer de su vida una continua unión con la mía, me glorifica mucho y trabaja útilmente en bien de las almas. Está, por ejemplo, ejecutando una acción que en sí misma no vale mucho, pero la empapa en mi Sangre o la une a aquella acción hecha por Mí durante mi vida mortal; el fruto que logra para las almas es tan grande, o mayor quizá, que si hubiera predicado al universo entero; y esto, sea que estudie o que hable, que escriba, ore, barra, cosa o descanse: con tal que la acción reúna dos condiciones: primero, que esté ordenada por la obediencia o por el deber , no por el capricho; segundo, que se haga en íntima unión conmigo, cubriéndola con mi Sangre y con pureza de intención.

 

 ¡Cuánto deseo que las almas comprendan esto: Que no es la acción la que tiene en sí valor, sino la intención y el grado de unión con que se hace! Barriendo y trabajando en el taller de Nazaret, di tanta gloria a mi eterno Padre, como cuando prediqué durante mi vida pública”

 

UNA INVITACIÓN A LA ENTREGA, AL ABANDONO, A LA DISPONIBILIDAD:

“No necesito tus fuerzas sino tu abandono”

 

Aquel que lo da todo, nos pide en respuesta que también nosotros le entreguemos todo. Jesús invita constantemente a Josefa a la entrega de sí misma, a ofrecerle sus alegrías y sus penas, su fuerza y su debilidad, a fin de unirlas más íntimamente a la vida y misión del Hijo amado del Padre.

 

 UN AMOR DE MISERICORDIA PARA EL MUNCO:

“El Amor no se cansa de perdonar”

 

Con insistencia, Jesús le dice a Josefa, que su único deseo y su mayor alegría está en perdonar.

 

El amor a las almas me impulsó a dejarles el sacramento de la Penitencia, para perdonarlas, no una vez ni dos, sino cuantas veces necesiten recobrar la gracia: Allí las estoy esperando: Allí deseo que vengan a lavarse sus culpas, no con agua, sino con mi propia Sangre.

 

Encontrarán el Mensaje completo en: UN LLAMAMIENTO AL AMOR. Mensaje del Sagrado Corazón  a Sor Josefa Menéndez