Hora de adoración ante la imagen entronizada del Sagrado Corazón de Jesús.

 

Una vez que la imagen del Sagrado Corazón de Jesús ha sido entronizada en nuestro hogar, nos preparamos para la adoración.

 

El compromiso es hermoso y sencillo: ofrecer y prometer hacer una hora de Adoración al mes, entre nueve de la noche y seis de la mañana ante la imagen entronizada del Corazón de Jesús.

 

El compromiso formal es de una hora de Adoración Nocturna al mes; pero muy numerosos son los que la hacen dos veces y aun cada semana. Esto por la santificación del Hogar y la conversión de pecadores.

 

Que la imagen del Corazón de Jesús sea en cada familia el lugar donde acudir a descansar, a encontrar la paz de corazón cuando se pierde, donde encomendar a cada miembro, las situaciones diarias y los problemas, viviéndolo todo desde el amor y la confianza en Él. Que su trono sea  el lugar donde se ore juntos cada día y también donde cada uno pueda tener un rato de tranquilidad a solas con el Señor, cuando no se puede ir al Sagrario.

 

¡No resistamos a semejante súplica, corramos, volemos a Getsemaní, sostengamos sobre nuestro corazón al Rey de Amor que nos llama, que nos tiende los brazos, que, a pesar de nuestra ingratitud, cree en nuestra generosidad y nos pide aceite y bálsamo para la Herida del Costado!

 

El Sagrado Corazón de Jesús le pide a Santa Margarita María de Alacoque que lo acompañe durante las horas de la noche jueves y madrugada del viernes:

 

«Todas las noches del jueves al viernes, yo te haré participar de la mortal tristeza que quise sentir en el Huerto de los Olivos… «Y para acompañarme en esta humilde oración que presenté entonces a mi Padre, te levantarás entre las once y doce de la noche y te postrarás rostro en tierra, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo gracia para los pecadores, como para suavizar de algún modo la amargura que Yo sentí del abandono de mis Apóstoles, que me obligó a reprocharles el no haber podido velar una hora conmigo».

 

Se deduce de estas palabras que la Hora Santa es una de las prácticas de piedad más agradables al Corazón de Jesús. Tiene por fin consolarle de las ingratitudes de los hombres, reparar por los pecadores, obtener gracias particulares a los agonizantes, a las personas afligidas; en fin, excitarnos a una viva contrición de nuestras faltas.

 

La Hora Santa puede hacerse, ya sea delante del Santísimo Sacramento, ya trasportándose en espíritu al pie del Tabernáculo, pues no es solamente la agonía dolorosa de Gethsemaní, la que es menester consolar, es también la agonía incesante del Dios de la Eucaristía: Él que sufrió la primera, continúa tolerando la segunda.

 

Para pasar devotamente la Hora Santa se desprende de las palabras de Nuestro Señor, que conviene meditar su dolorosa agonía, sus profundas humillaciones, su amor pagado con tanta ingratitud y deplorar nuestros pecados y todos los ultrajes hechos a la Majestad divina en el curso de los siglos”.

 

💙❤

 

Para ponernos al día en la Entronización del Sagrado Corazon de Jesús en el hogar

 

Pasos para entronizar

 

1.- Invitar a un sacerdote.-

2.- Asistir a Misa.-

Por el reinado del Sagrado Corazón en su hogar y como acto de amor y reparación al Sagrado Corazón, recibir la Sacramentos de la confesión y la Eucaristía.

3.- Elegir el cuadro o imagen del Sagrado Corazón.

4.- Preparar el trono/altar.

Con velas y flores.

5.- Reunir a familiares y amigos.

Invitar a sus familiares y amigos para una reunión familiar después de la ceremonia.

6.- Firmar un certificado de entronización. Este punto es opcional y no es parte esencial de la ceremonia. (Puede elegir e imprimir alguno de los certificados que se comparten como ejemplo o elaborar uno personalizado).

 

Hagamos de este día de la entronización del Sagrado Corazón de Jesús uno de los eventos más sobresalientes de la vida familiar; ¡cuanto más solemne, mejor! para ser recordado largamente.

 

 Hora de adoración ante la imagen entronizada del Sagrado Corazón de Jesús.

 

Una vez que la imagen del Sagrado Corazón de Jesús ha sido entronizada en nuestro hogar, nos preparamos para la adoración.

 

El compromiso es hermoso y sencillo: ofrecer y prometer hacer una hora de Adoración al mes, entre nueve de la noche y seis de la mañana ante la imagen entronizada del Corazón de Jesús.

 

El compromiso formal es de una hora de Adoración Nocturna al mes; pero muy numerosos son los que la hacen dos veces y aun cada semana. Esto por la santificación del Hogar y la conversión de pecadores.

 

Que la imagen del Corazón de Jesús sea en cada familia el lugar donde acudir a descansar, a encontrar la paz de corazón cuando se pierde, donde encomendar a cada miembro, las situaciones diarias y los problemas, viviéndolo todo desde el amor y la confianza en Él. Que su trono sea  el lugar donde se ore juntos cada día y también donde cada uno pueda tener un rato de tranquilidad a solas con el Señor, cuando no se puede ir al Sagrario.

 

¡No resistamos a semejante súplica, corramos, volemos a Getsemaní, sostengamos sobre nuestro corazón al Rey de Amor que nos llama, que nos tiende los brazos, que, a pesar de nuestra ingratitud, cree en nuestra generosidad y nos pide aceite y bálsamo para la Herida del Costado!

 

El Sagrado Corazón de Jesús le pide a Santa Margarita María de Alacoque que lo acompañe durante las horas de la noche jueves y madrugada del viernes:

 

«Todas las noches del jueves al viernes, yo te haré participar de la mortal tristeza que quise sentir en el Huerto de los Olivos… «Y para acompañarme en esta humilde oración que presenté entonces a mi Padre, te levantarás entre las once y doce de la noche y te postrarás rostro en tierra, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo gracia para los pecadores, como para suavizar de algún modo la amargura que Yo sentí del abandono de mis Apóstoles, que me obligó a reprocharles el no haber podido velar una hora conmigo».

 

Se deduce de estas palabras que la Hora Santa es una de las prácticas de piedad más agradables al Corazón de Jesús. Tiene por fin consolarle de las ingratitudes de los hombres, reparar por los pecadores, obtener gracias particulares a los agonizantes, a las personas afligidas; en fin, excitarnos a una viva contrición de nuestras faltas.

 

La Hora Santa puede hacerse, ya sea delante del Santísimo Sacramento, ya trasportándose en espíritu al pie del Tabernáculo, pues no es solamente la agonía dolorosa de Gethsemaní, la que es menester consolar, es también la agonía incesante del Dios de la Eucaristía: Él que sufrió la primera, continúa tolerando la segunda.

 

Para pasar devotamente la Hora Santa se desprende de las palabras de Nuestro Señor, que conviene meditar su dolorosa agonía, sus profundas humillaciones, su amor pagado con tanta ingratitud y deplorar nuestros pecados y todos los ultrajes hechos a la Majestad divina en el curso de los siglos”.

 

El Arzobispo Fulton J. Sheen decía: “La forma de conocer mejor a un amigo es pasar tiempo con él. Si nosotros queremos conocer mejor al Señor necesitamos también pasar tiempo con Él. Deberíamos estar con Jesús en oración silenciosa por lo menos una hora al día”.

 

Al estar frente a Nuestro Señor, sólo hay que dejar que se exprese el corazón. La expresión del amor no tiene una estructura formal, y dispongamosnos al silencio interior.

 

Así podremos estar atentos a escucharlo, permitir el corazón de Jesús hablé a mi corazón. Él tiene tantas cosas maravillosas que transmitirnos; y nuestra alma necesita llenarse de su Amor.

 

Tenemos la bendición de tener al Sagrado Corazón entronizado en nuestro hogar, disfrutemos de su amistad, de forma exclusiva, al menos una vez al día. Démosle nuestro pequeño amor y dejémonos Amar por Él

 

En una de sus apariciones Jesús le dijo a Santa María Margarita de Alacoque:

 

… «Y para acompañarme en esta humilde oración que presenté entonces a mi Padre, te levantarás entre las once y doce de la noche y te postrarás rostro en tierra, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo gracia para los pecadores, como para suavizar de algún modo la amargura que Yo sentí del abandono de mis Apóstoles, que me obligó a reprocharles el no haber podido velar una hora conmigo».

 

Se deduce de estas palabras que la Hora Santa es una de las prácticas de piedad más agradables al Corazón de Jesús. Tiene por fin consolarle de las ingratitudes de los hombres y mujeres, reparar por los pecadores, obtener gracias particulares a los agonizantes, a las personas afligidas; en fin, motivarnos a una viva contrición de nuestras faltas.

 

Si nos es imposible hacer la Hora Santa frente al Santísimo, dispongámonos a hacer reparación al Corazón de Jesús frente a la imagen que hemos entronizado en nuestro hogar.

 

“La presencia del Sagrado Corazón de Jesús es la mejor medicina frente a la mentalidad contraria a la vida”. Padre Mateo Crawley

 

El Padre Crawley tuvo en Paray Le Monial la inspiración de consagrar las familias al Corazón de Jesús y de entronizar su imagen en los hogares. Los papas de la época, San Pío X y Benedicto XV, alentaron enormemente esta obra. Este último escribió una carta en la que daba tres razones importantes para hacerlo, igualmente válidas hoy: la presencia del Sagrado Corazón de Jesús es la mejor medicina frente a la mentalidad contraria a la vida, contra el aumento de los divorcios y ante la pretensión social de dar una educación laicista.

 

El Corazón de Jesús sigue llamando a la puerta de cada familia, como lo hizo el Señor con Zaqueo: hoy quiero hospedarme en tu casa (Lc 19,5). Jesús quiere ser ese amigo de la familia, rodeado del afecto de todos. Quiere ser ese Rey de amor que tenga sus corazones rendidos de tal manera que el espíritu de vida del evangelio impregne las costumbres de esa familia. El Corazón de Jesús quiere proteger a cada uno de sus miembros contra el egoísmo y el resto de los enemigos del amor en la familia.

 

Corazón Sagrado de Jesús, en Vos ponemos toda nuestra confianza, temiéndolo todo de nuestra fragilidad, esperándolo todo de vuestra bondad: sed el único objeto de nuestro amor, el protector de nuestra vida, el sostén en nuestra debilidad, la reparación de nuestras faltas, la seguridad de nuestra salvación y nuestro refugio en la hora de la muerte. Amén.