PRIMERA PARTE
Breve explicación

 

1. Sentido

 

La entronización sirve para establecer el Reinado Social del Sagrado Corazón por medio de la familia. Está basada en la afirmación de Nuestro Señor a Santa Margarita María de Alacoque: “¡Reinaré por medio de mi Corazón!”.

 

La entronización busca hacer de nuestras casas “iglesias domésticas”. Ubi cari- tas, Deus ibi est: “Allí donde hay amor, Dios habita”. La familia es el primer santuario del amor y por lo tanto de Dios. Poner la imagen del Sagrado Corazón, símbolo del Amor de Dios, es ya una profesión de fe en el Dios que es Amor y  un reconocimiento del santuario que Dios habita. Es un testimonio tan natural como obligado de nuestro amor y lealtad a Jesucristo.

 

Por lo tanto, el primer compromiso de quienes realizan la entronización es el de alimentar esta fe cultivando una rela- ción privilegiada con Jesús como la tuvo Marta, María y Lázaro en Betania. La participación en los sacramentos, la oración y la formación cristiana constituyen el pilar sobre el cual todo lo demás reposa, y lleva a una obediencia amorosa a los mandamientos de Cristo y de la Iglesia.

 

Con la entronización, la familia va a poner en primer lugar al Corazón de Jesús y sus intereses para que Él vele también por los suyos y cuide de ella. Darle el lugar que le corresponde es tratar de que todo lo que se viva: sufrimientos, alegrías, trabajos, inquietudes…, sea de su agrado y se ofrezca al Señor para la redención de la propia familia y del mundo.

 

La familia, la casa, es el primer lugar donde se tejen las relaciones más íntimas, donde aprendemos a amar como Jesús nos amó, con la entrega y el servicio vivido a menudo en el perdón y la reconciliación. Tiene que ser un hogar donde reine la paz, no las divisiones ni el amor desordenado a las riquezas y el bienestar, donde se vea que Él es el Señor de la casa, identificándonos con su humildad y dulzura, caridad y misericordia, con su pureza y desprendimiento.

 

El amor, que es el motor y está en el corazón de la entronización, está hecho para ser difundido, un fuego que no se propaga se apaga. El Amor del Corazón de Jesús es misionero; estos hogares hacen apostolado alumbrando con sus buenas obras para que los que los contemplen, den gloria al Padre que está en los cielos (Mt 5, 16) y reconozcan en ellos los sentimientos y actitudes del Corazón de Cristo.

 

Por último, la entronización conlleva “acoger a María en la propia casa” (Jn 19, 27), pues este fue el deseo del Corazón de Jesús manifestado al hombre y a su Iglesia. No se puede acoger a Jesús rechazando a María, entronizar el Corazón de Jesús es entronizar el Corazón de su Madre al que está indisolublemente unido. No hablamos de la entronización en relación a María: es Jesús y solo Él, el centro de la vida de la Santísima Virgen y, por lo tanto, de la nuestra.

Ella es nuestro modelo de acogida y tiene que tener un espacio cerca de la ima- gen entronizada del Corazón de Jesús para no olvidar que, aunque el Corazón de Jesús capitanea nuestra familia y hogar, sin embargo es el Corazón de María quien pilota esta nave.

 

2. Promesa del Corazón de Jesús

 

Nuestro Señor mismo ha prometido que bendecirá y santificará a aquellas familias que lo entronicen como Rey. Él pidió a Santa Margarita María, a quién le reveló su Sagrado Corazón, reinar sobre los hogares de los ricos y de los pobres, don- de fuera solemnemente recibido como Rey, donde su Sagrado Corazón fuera honrado y amado. “Estableceré la paz en sus hogares: les daré todas las gracias necesarias a su estado de vida: los confortaré en todas sus aflicciones; bendeciré todas sus empresas”. Este es el medio escogido por Nuestro Señor para restaurar sus derechos soberanos sobre la familia y,  a través de la familia, sobre la sociedad misma.

 

3. Aprobación de la iglesia

 

Esta obra ha sido aprobada por cuatro papas del siglo XX:

  • San Pío X la llamó “una obra de salvación social”.
  • Benedicto XV escribió al padre Mateo Crawley-Boevey, su fundador: “Nada es más oportuno que vuestra obra”.
  • Pío XI bendijo esta obra muchas veces, tanto pública como
  • Pío XII escribió al padre Mateo elogiándolo por su obra y alentándolo a continuar “la entronización, tan apropiada para promover el Reinado de amor y misericordia del Sagrado Corazón en la familia”.

 

4. Qué debemos hacer

 

Primero: conocer el significado que encierra la entronización.

 

Segundo: buscar una imagen digna para enmarcar en un cuadro, o una estatua del Corazón de Jesús, y preparar su trono o altar en un lugar relevante de la casa donde pueda estar también presente su Palabra (la Biblia). Es conveniente colocar también una imagen de la Virgen María en otro lugar preferencial de la casa o junto a la ima- gen entronizada. Puedes servirte de una iluminación para dignificar el trono, así como de un man- tel, unas velas o unas flores. Es aconsejable que figure la fecha de entronización y que en su aniversario se renueve la consagración. Esta puede guardarse fechada y firmada por el que presida la ceremonia.

 

Tercero: elegir para la ceremonia de entronización un día especial para la familia (por ejemplo, el aniversario de bodas) o el día de una fiesta litúrgica apropiada.

 

Cuarto: es importante que presida la ceremonia un sacerdote. Si no fuera posible, puede hacerlo el padre o madre de familia o el responsable del lugar en donde se entronizará la imagen del Sagrado Corazón.

 

Quinto: invitad a vuestros familiares y amigos a estar presentes, así se convertirá la ceremonia en un apostolado del Corazón de Jesús dando testimonio de vuestra fe y de vuestra alegría puesta en el Amor de Dios. Al finalizar la ceremonia podéis celebrarlo con pasteles o galletas. Haced de este día uno de los más sobre- salientes de la vida familiar; cuanto más solemne, más recordado y custodiado.

 

Sexto: es muy importante prepararse. Cuanto mejor sea la preparación mayo- res serán las bendiciones que derramará sobre vuestra familia el Corazón de Jesús. Conviene asistir el día de la entronización a la Santa Misa, y ofrecerla por el Reinado del Sagrado Corazón en vuestro hogar y familia; y comulgar sacramental- mente con deseo de desagraviarlo después de acogerse al sacramento de la penitencia.

 

La preparación puede extenderse a tres días (un triduo), o a nueve días (una novena). Puede consistir en el rezo del Santo Rosario en familia con la recitación de las letanías del Sagrado Corazón de Jesús, junto con alguna meditación finalizando con esta oración preparatoria:

 

Jesús, Rey y Salvador nuestro, visita nuestro hogar como visitaste a Zaqueo, al publicano, a tus amigos en Caná y en Betania. Deseamos poner nuestra familia bajo vuestra protección y realeza para  vivir una intimidad de amor contigo. Toma pronto posesión de este hogar y de esta familia que desea honrarte y glorificarte. Concédenos que el día de la entronización sea para nuestra familia fuente de alegría y de gracia, y un derroche de tu Misericordia para que en adelante sepamos vivir conforme a tus mandamientos, dando buen ejemplo y siendo testimonio de familia cristiana para los que nos rodean.

 

Oh, Inmaculado Corazón de María, modelo perfecto de fidelidad a tu Hijo y de unión a su Sagrado Corazón, extiende y afianza en nuestra familia su Reinado de Amor. Amén.

 

Séptimo: no por esperar a tener una ima- gen perfecta e ideal dejes de hacer la entronización. Esto es como quien espera a ser más santo para consagrarse.

 

Hazla con lo que esté a tu alcance, que luego siempre podrás dignificarla o sustituirla por una que te guste más, aunque la entronización ya no se repite, solo se renueva; lo único necesario es que te bendigan la nueva imagen. Sucede igual que con la imposición del escapulario, se hace una vez, luego los que vas usando solo es necesario que estén bendecidos.

 

En la web de la Basílica de la Gran Pro- mesa puedes descargarte unas imágenes o solicitarlas: www.basilicagranpromesa.es

 

Octavo: Siempre es más conveniente que la persona haga primero su consagración personal con una previa preparación, y luego ya lo entronice en su casa renovando su consagración ese día.

 

Entronizarlo es poner el broche de oro a la consagración personal, es mostrar a todo el mundo que Él es vuestro dueño, que os ha poseído un Amor maravilloso.

 

IMPORTANTE: Quizás en tu matrimonio tu esposo/a no sea católico y no quiera entronizarlo; en ese caso, si te respeta, la entronización la puedes efectuar tú convirtiéndote en testimonio vivo de tu consagración al Amor de Dios en medio de tu familia, venerando igualmente su ima- gen y orando ante ella.

 

5. Virtudes Propias de las familias Consagradas

 

La familia es escuela de oración, es importante rezar ante la imagen entronizada, y hacerlo en familia.

 

Se puede recurrir a ella para hacer el ofrecimiento de obras y terminar el día pidiendo la bendición al Corazón de Jesús, así como para rezar también el rosario en familia o tener algún culto semanal, especialmente los viernes y domingos.

 

Conviene adornar la imagen al menos algunos días señalados.

 

Las familias que lo han entronizado en sus hogares deben:

 

  • Evitar el pecado mortal e incluso el
  • Procurar que todo lo que se haga o se vea en familia sea cristiano. No tener malas lecturas, ni malos cuadros, ni malas conversaciones, ni malas diversiones, ni escuchar malas canciones, ni tener malos negocios, ni malos vestidos,
  • Tener gran unción y caridad unos con otros, reparando los pecados que se vean y procurar dar buen ejemplo trabajando siempre por la conversión de los miembros de la
  • Comulgar frecuentemente y los primeros
  • Celebrar la fiesta del Corazón de Jesús.

 

En definitiva, amar y hacer amar al Corazón de Jesús.