LA MEDITACIÓN DIARIA DE LOS SANTOS
La mutilación más grave que puede causarse a sí mismo el ser humano es no hacer caso a los sufrimientos y al amor de Jesús a cada uno.
San Agustín afirmaba: no hay cosa más útil para alcanzar la salvación eterna como la meditación diaria de la Pasión de Jesús.
San Agustín también decía: “Tu Señor, nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”
San Juan María Vianney acompañaba casi todo el día a Jesús crucificado en los pasos de su Pasión.
San Juan Pablo II afirmaba: “El hombre vive perdido en esta vida, mientras no profundiza en la bondad de Jesús meditando su Pasión. Por esto, el hombre debe entrar con todo su ser en los sufrimientos de la Pasión de Jesús.
Cuando esto hace, descubre que es amado por el Creador y encuentra el sentido de su vida”
El padre Pío dedicaba diariamente cuatro horas a la meditación de Jesús en Belén y de los sufrimientos de la Pasión de Jesús. Todo cristiano, decía, debe pensar todo el día en la Pasión de Jesucristo.
Un autor de un manual de ascética y mística escribe: “todos los satos, cuando rezaban, la mayoría de las veces, lo hacían con Jesús crucificado”
Santa Joaquina Vedruna, que conocía profundamente al ser humano, afirmaba. “pensar continuamente en la Pasión de Jesús es el remedio de todos los males”.
San Alfonso María de Ligorio pone en los labios de Jesús crucificado estas palabras: “Lo único que os dijo y os recomiendo es que os acordéis siempre del amor que os he tenido; no lo echéis en el olvido. Amadme”
San Alfonso María de Ligorio aconsejaba que al meditar la Pasión de Jesús , pensásemos no solo en un cuerpo torturado , sino en que Jesús es el creador del mundo, del sol, del mar, de todas las estrellas”.
Jesús a Santa Faustina: “Dichosa el alma que durante su vida acuda a la fuente de la Misericordia, mi Pasión, porque no se juzgará”
San Agustín: “Vale más una lágrima derramada pensando en la Pasión de Cristo, que ayunar a pan y agua durante un año”.
San Alfonso María de Ligorio se dirigía a Jesús con estas palabras: “Señor, redimirme os ha costado horribles sufrimientos, salvarme no os cuesta nada”.
Jesús a Santa Faustina: “Cuando el pecador acude a mi Pasión, fuente de mi Misericordia, me rinde la mayor gloria y honra mi Pasión”.
San Juan María Vianney: “La raíz de mi esperanza está en la mirada que Dios me da, en respuesta a la mirada que yo casi todo el día le dirijo”.
A Santa Gertrudis la Magna, que continuamente tenía su pensamiento en Jesús crucificado, este le dijo. “Al mirarme con compasión colgado en la cruz, yo os miro con ojos de ternura infinita”