Faustina nació el 25 de agosto de 1905 en la aldea polaca de Glogowiec. Fue la tercera hija entre diez hermanos de una familia piadosa. De muy temprana edad, oyó en su alma la llamada a la vida religiosa. El 30 de abril de 1926 recibió el hábito religioso y el nombre de Sor Faustina del Santísimo Sacramento.
Yo...entrego y consagro al Sagrado Corazón de Jesús mi persona y mi vida, mis acciones, trabajos y sufrimientos, para no servirme ya de ninguna parte de mí ser sino para amarle, honrarle y glorificarle. Esta es mi voluntad irrevocable: ser todo suyo y hacerlo todo por su amor, renunciando de todo corazón a cuanto pudiera desagradarle.
Primera aparición del Ángel
El 13 de mayo del 2017, celebramos el centenario de las apariciones de la Virgen María en Fátima, un poblado de Portugal. En este modesto poblado nacieron y vivieron los tres pastorcitos, confidentes de la Señora del Cielo: Lucía de Jesús, que en 1917 tenía 10 años, y sus primos Jacinta y Francisco de 6 y 8 años respectivamente.
Lucía, Francisco y Jacinta, eran tan sencillos como los mismos corderitos que diariamente custodiaban.
Ninguno de los tres sabía entonces leer y solamente Lucía había recibido por entonces la Primera Comunión.
Un tiempo antes de la manifestación de Nuestra Señora de Fátima, los niños, tuvieron tres apariciones de un Ángel. La primera tuvo lugar en la primavera de 1916 en la cueva «Loca de Cabeco».
El Ángel les dijo: «No teman. Soy el Ángel de la Paz. Recen conmigo.»
Luego se arrodillo en la tierra, se inclinó y dijo:
«Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.”
Lo repitió tres veces, se levantó y le dijo a los pequeños:
«Recen de esta manera. Los corazones de Jesús y María están atentos a sus súplicas.»
Luego desapareció.
«Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.”
Segunda aparición del Ángel
A mediados del verano de 1916 ocurrió la segunda aparición del Ángel a los pastorcitos, y les dijo:
«¡Recen! ¡Recen mucho! Los corazones de Jesús y de María tienen sobre ustedes designios de misericordia. Ofrezcan constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!. Sacrifíquense de todo lo que puedan, ofreciéndolo como acto de reparación por los pecados en los cuales Él es ofendido; y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraigan así sobre su patria la paz. Yo soy el Ángel de su Guarda, el Ángel de Portugal. Sobe todo, acepten y soporten con sumisión el sufrimiento que el Señor les envíe”.
De esto después comentaría Lucía: “Estas palabras hicieron una profunda impresión en nuestros espíritus como una luz que nos hacía comprender quién es Dios, cómo nos ama y desea ser amado; el valor del sacrificio, cuánto le agrada y cómo concede en atención a esto la conversión de los pecadores”.
…»¡Recen! ¡Recen mucho! …acepten y soporten con sumisión el sufrimiento que el Señor les envíe”
Tercera aparición del Ángel
En la tercera aparición el Ángel llevaba consigo un cáliz y sostuvo sobre él, una Hostia. Repitió tres veces esta oración:
«Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes, sacrilegios, e indiferencias con que Él Mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.»
Después le dio la Hostia a Lucía y ofreció el contenido del Cáliz a Jacinta y Francisco para que lo bebieran. Volvió a repetir la oración y se marchó.
El Ángel nos enseña a contemplar y recibir la Eucaristía en actitud de adoración, y la Santísima Virgen nos lleva a amarla. Realizar comunión frecuente y visitas al Santísimo, para responder como supieron entenderlo los pastorcitos.
«Oh Santísima Trinidad, yo te adoro; Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento”
Primera aparición de la Virgen
La primera de seis apariciones aconteció el 13 de mayo de 1917 cuando los tres niños se encontraban en la Cova de Iría. Vieron un luz como si fuera un relámpago, entonces creyendo que era una tormenta, intentaron marcharse, pero vieron otro relámpago; y, dados unos pasos más, vieron sobre una encina una Señora, vestida toda de blanco, más brillante que el sol, esparciendo luz más clara e intensa que un vaso de cristal, lleno de agua cristalina, atravesado por los rayos del sol más ardiente. Se detuvieron sorprendidos por la aparición. Entonces, la Señora les dijo:
–No tengan miedo, yo no les haré daño.
De las manos juntas de la maravillosa Señora, como en actitud de rezar, cuelga un Rosario de granos blancos, como perlas, terminando con una cruz también blanca.
Pregunta Lucía: –¿De dónde es su Merced?
–Soy del Cielo.
–¿Y qué es lo que su Merced quiere de mí?
–Vengo para pedirles que vuelvan aquí seis meses seguidos el día 13, a esta misma hora. Después les diré quién soy y qué es lo que quiero. Posteriormente volveré aquí una séptima vez.
–¿Iré yo al cielo?
-Sí.
–Y, ¿Jacinta?
-También-
–Y, ¿Francisco?
–Francisco también, pero tiene que rezar muchos rosarios.
-“¿Quieren ofrecerse a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él les quisiera enviar, en acto de desagravio por los pecados con los que Él es ofendido y de súplica para la conversión de los pecadores?”
–Sí, queremos—responde Lucía en nombre de los tres.
-Entonces tendrán que sufrir mucho, más la gracia de Dios será su fortaleza.
Pasados unos momentos, la Señora añadió:
–Recen el rosario todos los días para alcanzar la paz en el mundo y el fin de la guerra.
Sólo Lucía habló con la Virgen, Jacinta veía y oía, y Francisco la veía, pero no la oía. Así será también en las demás apariciones. Aunque Lucía pidió a sus primitos guardaran silencio de lo acontecido, la alegría desbordante de Jacinta le hizo platicarlo.
“Mi corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios”
Segunda aparición de la Virgen
El 13 de junio de 1917, después de ir a Misa, los pastorcitos se dirigen a la Cova, acompañados de unas cincuenta personas. Al llegar se ponen a rezar el Rosario y terminado éste, vieron la luz que ellos llamaban relámpago y enseguida a Nuestra Señora sobre la encina, todo igual que en mayo.
Pregunta Lucía:
–¿Qué quiere su merced de mí?
–Quiero que vengan aquí el 13 del mes que viene; que recen el rosario todos los días y que aprendan a leer. Después diré lo que quiero.
Lucía pidió la curación de un enfermo.
-Si se convierte, se curará durante el año.
–Querría pedirle nos llevase al cielo.
-Sí; a Jacinta y a Francisco los llevaré en breve, pero tú, Lucía, estarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quién la abrazare, le prometo la salvación; y estas almas serán amadas por Dios, como flores puestas por mí para adornar su trono.
–¿Me quedo aquí solita? Preguntó con tristeza Lucía.
-No, hija. ¿Sufres mucho? No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios.
”Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”
Tercera aparición de la Virgen
Después de la aparición de junio los niños fueron interrogados por el Párroco. La víspera del día 13 Lucía no se siente con fuerzas de ir, Francisco reza toda la noche y a la mañana siguiente, Lucía “siente” el impulso de ir a la Cova, con gran alegría de sus primitos.
Llegados a la Cova, rezan el Rosario acompañados por unas 4,000 personas. Mientras lo rezaban, vieron el resplandor y, en seguida, a Nuestra Señora sobre la encina. Lucía pregunta:
–¿Qué quiere su merced de mí?
-Quiero que vengan aquí el día 13 del mes que viene; que continúen rezando el rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella les podrá ayudar a conseguirla.
–Quería pedirle que nos dijera quién es y que haga un milagro para que todos crean que usted se aparece a nosotros.
-Sigan viniendo aquí todos los meses. En Octubre les diré quién soy, lo que quiero y haré un milagro que todos podrán ver para que crean.
Lucía hizo algunas peticiones y Nuestra Señora dijo que era preciso rezar el Rosario para alcanzarlas durante el año y continuó:
-Sacrifíquense por los pecadores y digan con frecuencia, sobre todo, cada vez que hagan un sacrificio:
“¡Oh Jesús!, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María”.
«Recen el rosario todos los días, en honor de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra”
Cuarta aparición de la Virgen
El 13 de agosto los pastorcitos no pudieron asistir, por haber sido raptados y encarcelados por el alcalde de Villa Nova de Ourém. La muchedumbre -calculada en unas 18,000 personas- empezó a enfurecerse cuando corrió el rumor de que los niños habían sido raptados. De pronto, se oye un formidable trueno que sacude el suelo y un relámpago que rasga la atmósfera. Después del relámpago, que ordinariamente anunciaba la llegada de la Virgen, cerca de la encina, se forma una nubecilla muy agradable a la vista, persiste unos diez minutos y luego se eleva por los aires y se disipa. De esta manera todos quedaron satisfechos, pues fue para ellos, como si la Virgen se hubiese aparecido a los niños.
Los niños por su parte, se mantuvieron firmes y valientes en el interrogatorio y en la prisión: no negaron las apariciones, ni descubrieron “el secreto”. Cuando fueron amenazados de “ser fritos” en aceite hirviendo, comentaron: “Bueno, así iremos más pronto al cielo”. Después de haber hecho rezar a todos los presos en la cárcel, fueron puestos en libertad. Pensaron que ese mes ya no verían a la Virgen, pero, unos días después, estaban Lucía, Francisco y un hermano de Francisco llamado Juan, cuidando sus rebaños, en un lugar llamado Valiños. Sintiendo Lucía que algo sobrenatural se acercaba, pidió a Juan llamara a Jacinta. Pronto vieron el resplandor y, al llegar Jacinta, a Nuestra Señora sobre una encina.
–¿Qué quiere su Merced de mí?
–Quiero que sigan yendo a Cova de Iría el día 13, que continúen rezando el Rosario todos los días. El último mes haré un milagro para que todos crean.
Pero les comentó que, por habérseles impedido ir a la Cova de Iría el día por Ella fijado, el milagro sería menos grande.
-Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Pues van muchas almas al infierno por no tener quién se sacrifique y ruegue por ellas.
«Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores….”
Quinta aparición de la Virgen
Quinta Aparición. 13 de Septiembre de 1917. Al aproximarse la hora, fueron los niños entre numerosas personas que apenas los dejaban andar. Los caminos estaban apiñados de gente. Todos querían verlos y hablarles. Muchos se ponían de rodillas ante ellos para pedirles que presentaran a Nuestra Señora sus necesidades. Los que no podían acercarse, lo gritaban desde lejos. Al llegar a la encina, comenzaron a rezar el Rosario con toda la gente. Poco después se vio el reflejo de luz y, seguidamente Nuestra Señora sobre la encina.
-Continúen rezando el Rosario, para alcanzar el fin de la guerra. En Octubre vendrá también Nuestro Señor, Nuestra Señora de los Dolores y del Carmen y San José con el Niño Jesús para bendecir al mundo. Dios está contento con sus sacrificios, pero no quiere que duerman con la cuerda; llévenla sólo durante el día.
– Me han solicitado para pedirle muchas cosas, la curación de unos enfermos, un sordomudo…
-Sí, a algunos los curaré, a otros no. En Octubre haré el milagro para que todos crean.
Y, comenzando a elevarse, desapareció como de costumbre.
«Continúen rezando el Rosario, para alcanzar el fin de la guerra”
Sexta aparición de la Virgen
“Salimos muy pronto de casa, -relata Lucía-. La lluvia era torrencial. Por el camino las mismas escenas del mes anterior, ahora más numerosas y conmovedoras. Ni el barrizal de los caminos impedía a aquella gente arrodillarse en actitud humilde y suplicante.
Llegados a Cova de Iría, junto a la encina, llevada por un movimiento interior, pedí a todos que cerrasen los paraguas, para rezar el Rosario. Poco después vimos el resplandor y enseguida a Nuestra Señora sobre la encina”.
–¿Qué quiere su Merced de mí?
–Quiero decirte que hagan aquí una capilla en mi honor. Que soy la Señora del Rosario. Que continúen rezando el Rosario todos los días. La guerra va a terminar pronto y los soldados volverán a sus casas.
-Tengo que pedirle muchas cosas: la curación de unos enfermos y la conversión de unos pecadores…
-Unos, sí; a otros, no. Es preciso que se enmienden; que pidan perdón por sus pecados.
Y tomando un aspecto más triste dijo:
-No ofendan más a Dios Nuestro Señor que ya está demasiado ofendido.
“Y, abriendo sus manos, las hizo reflejar en el sol. Mientras se elevaba, continuaba proyectándose en el sol el reflejo de su propia luz. Desaparecida Nuestra Señora en la inmensidad del firmamento, vimos al lado del sol a San José con el Niño y la Santísima Virgen vestida de blanco con manto azul. San José con el Niño parecía bendecir al mundo, en unos gestos que hacía con la mano en forma de cruz. Desvanecida esta aparición, vi a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, que daba la impresión de ser la Virgen de los Dolores. Nuestro Señor parecía también bendecir al mundo. Desaparecieron y creo haber visto todavía a Nuestra Señora en forma semejante a la Virgen del Carmen”.
«No ofendan más a Dios Nuestro Señor que ya está demasiado ofendido”
El secreto de Fátima, primera parte
En la tercera aparición de la Virgen a los pastorcitos, les revela las dos primeras partes del secreto. He aquí la primera:
«Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las chispas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y semejantes a animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.
Esta visión duró un momento, pero gracias a que nuestra buena Madre del Cielo primero nos previno con la promesa de llevarnos al Cielo (en la primera aparición), no nos morimos de terror”.
El tema del demonio e infierno lo encontramos a lo largo de toda la Biblia, desde el génesis, hasta el apocalipsis. Muchos no quieren hablar de ello pues prefieren pensar que Dios es tan misericordioso que llevará sin excepción a todos al cielo. Pero quien niega que exista el demonio o el infierno, lo que está negando es la escritura.
La Virgen viene a despertarnos, a recordarnos que existe el demonio y el infierno, y por tanto debemos convertirnos y orar para que no se pierdan más almas.
«Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas.
El secreto de Fátima, segunda parte
La segunda parte del secreto de Nuestra Señora de Fátima fue en sí una petición, he aquí lo que escribió sor Lucía:
«Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:
— Han visto el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que les diré, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que Dios les da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Finalmente, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.”
Dios quiere la conversión de todos, y no quiere que ninguno se pierda, por eso envió a su Hijo… La Virgen nos pide regresar a Dios, y que nos consagremos a su Inmaculado Corazón.
«Pero al final mi Inmaculado Corazón triunfará.
El secreto de Fátima, tercera parte
El tercer mensaje es una visión profética, del género apocalíptico, escrito con una serie de signos que hacen que el mensaje permanezca en el tiempo. Así escribe sor Lucía:
«Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!
Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: «algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él» a un Obispo vestido de Blanco «hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre».
También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de encina; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones.
Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios.”
«¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!”
Consideraciones sobre el tercer secreto
En el mundo actual no nos gusta escuchar sobre temas de penitencia, persecución, sacrificios; nada que nos inquiete, preferimos hablar solamente del amor, del Cristo resucitado… pero la persecución es una parte integral del ser cristianos, si no la vivimos quiere decir que no estamos viviendo de forma completa nuestra cristiandad.
El ángel apuntando a la tierra con la espada de fuego, se refiere a la condenación de la humanidad por estar cada vez más alejada y olvidada de Dios.
La ciudad que se ve en la visión en la parte de abajo llena de cadáveres representa al mundo que se ha olvidado de Dios y lo ha rechazado. Hoy caminamos también en medio de cadáveres, muertos en vida con una relación con Dios muy lejana o nula, personas que no tienen una roca de la cual asirse, sin paz interior y buscando la felicidad en cosas pasajeras, mundanas y vanas.
Al lado derecho está el monte y sobre él una gran Cruz. Los seguidores de Cristo suben con dificultad hacia la cima de esta montaña empinada, que representa el camino estrecho, la puerta angosta que nos conduce a Jesús.
Es un camino difícil y de persecución por el que no todos quieren andar. En lugar de ello, el mundo busca cada vez más prolongar la vida en esta tierra, procurando la comodidad, el confort y las menores molestias posibles; siendo que lo importante es aprovechar esta vida pasajera para prepararnos a estar con Dios.
El ángel le repite al mundo: “Penitencia, Penitencia, Penitencia”, significando con esto que es algo sumamente importante.
Y aunque actualmente hemos casi eliminado la penitencia de nuestra vida cristiana, es ésta la única manera en que tendremos fuerza para emprender el camino y subir la montaña hacia Dios.
Nos hemos alejado mucho de Dios, necesitamos una verdadera conversión, y una forma concreta de lograrlo es la consagración -es decir, reservarnos, a Jesús a través de María puesto que la consagración es una conversión profunda; paulatina pero profunda.
«Nuestra Señora del Rosario ruega por nosotros.
Reparación al Inmaculado Corazón de María
De Fátima a Pontevedra
El 13 de julio de 1917, la Virgen pronunció estas palabras en Fátima:
“Si hacen lo que yo os diga, muchas almas se salvarán… vendré a pedir … la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados del mes”.
8 años después, en Pontevedra España, el 10 de diciembre de 1925, Nuestra Señora se presenta a sor Lucía en la casa de las religiosas Doroteas. En esta aparición aparece al lado de la Virgen, sobre una nube luminosa, el Niño Jesús.
“Mira, hija mía, mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos, en cada momento, me clavan con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos aquéllos que:
Yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación”.
Después de que Lucía pasara unos momentos en oración, Nuestro Señor le revelaba la causa de ser 5 los sábados de reparación:
“Se trata de 5 clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:
1- Blasfemias contra su Inmaculada Concepción.
2- Contra su virginidad.
3- Contra su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres.
4- Blasfemias de aquellos que públicamente tratan de infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia esta Madre Inmaculada.
5- Ofensas de aquellos que la ultrajan directamente en sus sagradas imágenes”.
«Tú, al menos, procura consolarme.”
Inmaculado Corazón de María, nuestro mejor refugio y camino a Dios
El 13 de Junio de 1917, en Fátima, la Virgen María dijo a la pastorcita Lucía:
“Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien la abrazare, le prometo la salvación; y estas almas serán amadas por Dios, como flores puestas por Mí para adornar su trono”.
Hoy más que nunca debemos ser apóstoles del Inmaculado Corazón de María, la devoción a su Corazón es un antídoto contra el pesimismo y la desesperación. María, como buena Madre, cuida de sus hijos y viene a visitarnos cuando estamos en peligro. En sus apariciones, Ella nos deja mensajes que nos ayudan a retomar el rumbo y salvar nuestras almas.
En Fátima, la Virgen María nos dejó varios mensajes muy importantes, que hoy más que nunca siguen vigentes:
Mensaje de Conversión
“Es necesario que los hombres no pequen más, que se arrepientan y pidan perdón a Dios por sus pecados, que no ofendan más a Dios, pues ya está demasiado ofendido.”
Mensaje de Reparación
“¿Quieren ofrecerse a Dios y aceptar todos los sufrimientos que El les mande, en reparación por los pecados con que Él es ofendido?.”
Mensaje de Oración
“Oren, oren mucho… Recen el Rosario todos los días.”
Mensaje de Salvación para todas las almas
“Oren, oren mucho y hagan sacrificios, porque son muchas las almas que se condenan por no haber quien ore y se sacrifique por ellas.”
Mensaje de Esperanza
“Al final mi Corazón Inmaculado Triunfará.”
«Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar.”
Inmaculado Corazón de María, triunfa en nuestros corazones (Parte 1)
Los tres pastorcitos de Fátima: Francisco, Jacinta y Lucía, siendo tan solo unos niños, nos dejaron una admirable lección de amor a Dios, nos demostraron su entrega a la oración, su gran valor para soportar las pruebas y la fuerza de voluntad para ofrecer actos de penitencia para la salvación de las almas.
¿Qué es lo que nosotros podemos hacer para ser como estos pastorcitos?
Confesarnos y pedir perdón.
Realizar confesiones frecuentes con un verdadero arrepentimiento y una firme intención de no volver a pecar.
Rezar muchas veces la primera oración enseñada por el Ángel de la paz:
“Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman”.
Rezar antes/después de comulgar y frente el Santísimo, la oración enseñada por el Ángel de la paz:
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, te pido la conversión de los pobres pecadores”.
Rezar el Rosario todos los días, recitando después de cada misterio, la oración enseñada por la Virgen:
«Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas“.
«Recen de esta manera. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas.”
Inmaculado Corazón de María, triunfa en nuestros corazones (Parte 2)
Sacrificarnos para reparar las ofensas que todos hacemos a Dios y en súplica por la conversión de los pecadores.
Teniendo en cuenta que Jesús le dijo a Lucía que el sacrificio más grato para Él, es aquel que signifique obedecer su ley y cumplir cada día con nuestro deber.
Cada vez que realicemos o vivamos algo, especialmente si nos cuesta hacerlo o aceptarlo, ofrecerlo con la oración que la Virgen nos enseñó:
“Oh, Jesús mío, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”.
Tener devoción a la Eucaristía.
El Ángel nos enseña a contemplar y recibir la Eucaristía en actitud de adoración, y la Santísima Virgen nos lleva a amarla. Realizar comunión frecuente y visitas al Santísimo, para responder como supieron entenderlo los pastorcitos.
“Oh Santísima Trinidad, yo te adoro; Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento”.
Realizar la devoción de Reparación al Inmaculado Corazón de María.
Esta devoción se lleva a cabo los Primeros Sábados de mes, por 5 meses consecutivos. Jesús dijo a Lucía que este pequeño homenaje moverá su Corazón a misericordia, y además, la Virgen prometió que si lo hacíamos nos acompañaría con las gracias necesarias en el momento de nuestra muerte.
Consagrarnos al Inmaculado Corazón de María.
Tratar de imitar su humildad, su oración íntima, su obediencia a la voluntad de Dios, su manera de amar. El Corazón de Jesús quiere que, a su lado, se venere el Inmaculado Corazón de María, y Ella ha prometido que:
“Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará”
«Recen el rosario todos los días…
Signo de consagración -El escapulario del Carmen
Dentro de los sacramentales marianos más importantes que podemos usar para identificarnos como consagrados a María, están el Rosario, la Medalla Milagrosa y el Escapulario de Nuestra Señora del Carmen.
El 17 de Octubre de 1917 en la última aparición de la Virgen en Fátima, estaba vestida con el hábito carmelita y con el escapulario en la mano y recordó que sus verdaderos hijos lo llevaran con reverencia. También pidió que los que se consagraran a ella lo usaran como signo de dicha consagración.
Hay 2 promesas realizadas por la Virgen para quienes porten dignamente y mueran usando el escapulario del Carmen:
No sufrir el fuego eterno
Ser librado del purgatorio el primer sábado después de la muerte
Al usar el escapulario hacemos una silenciosa petición de asistencia a nuestra Madre, quien nos enseña e intercede para conseguirnos las gracias para vivir como ella, abiertos de corazón al Señor, escuchando su palabra, orando, descubriendo a Dios en la vida diaria y cercanos a las necesidades de nuestros hermanos.
En momentos de tentación, tomemos el escapulario en nuestras manos e invoquemos la asistencia de nuestra Madre. Ella nos resguardará y llevará siempre hacia Jesús, haciendo que el demonio sea forzado a retroceder vencido.
“Virgen del Carmen, con tu escapulario protégenos en la vida y en la muerte.”
Signo de consagración -La medalla milagrosa
La Medalla Milagrosa es otro de los sacramentales que nos ayuda a identificarnos como consagrados a María. Originalmente se llamaba “Medalla de la Inmaculada Concepción», pero al expandirse su devoción y haber tantos milagros, se le empezó a conocer como «La Medalla Milagrosa”.
El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina, y se le apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina:
«Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan».
Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: «Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti».
Y una voz dijo a Catalina: «Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen», y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.
«Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti.”