A SAN JOSÉ, PIDIÉNDOLE POR LOS AGONIZANTES.
¡Oh San José bendito, que en el momento de tu agonía tuviste la suerte de ser asistido por el Sacerdote Sumo, Jesucristo, y por la Reina de Misericordia, María Santísima!. Tú, que conoces la importancia de este temible momento en que se pasa del tiempo a la eternidad, compadécete y apiádate de los pobres moribundos, que están a punto de comparecer ante el tribunal divino. Protégelos, ¡oh eficaz abogado de la buena muerte! Por tu intercesión sean iluminados y movidos de sentimientos de amor de Dios y dolor de sus culpas; y en especial asiste a aquellos que no tienen sacerdote que les asista y a los que fallecen repentinamente, a fin de que, merced a tu generosa ayuda, tengan la dicha de mostrarte eternamente su generosidad en el cielo. Así sea.