PRIMEROS VIERNES DE MES.  NUEVA INSISTENCIA…

 

 

 

“Yo te prometo en el exceso de misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso concederá a todos los que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos la gracia de la penitencia final; no morirán en mi desgracia, y mi Corazón será su refugio en aquel último momento”.

 

Esto lo ha dicho Jesucristo y sin embargo los hombres no nos fiamos de Jesucristo.

 

Te fías de un amigo porque arriesgó la vida por ti. Y ¿no te fiarás de Jesucristo que fue clavado en una cruz y que murió por ti?

 

Te fías de tu madre porque estás cierto que en ella no cabe ni olvido, ni rencor. Y ¿no te fiarás de Él que ha dicho  “…Yo, tu Dios , no me olvidaré de ti… Perdonados te son tus pecados… No quiero la muerte del pecador sino que se convierta y viva?

 

En Jesucristo no ha menguado la bondad, la misericordia y el amor que entonces, cuando pronunció aquellas palabras, llevaba en su Corazón. No, no ha cambiado Jesucristo, su Corazón es hoy  el mismo de ayer.

 

Ya sabes que el Corazón de Jesús es para nosotros más que amigo, más que madre. Ya sabemos que puede confiarse plenamente en Él.

 

 Si crees en su palabra cómo no aprovechas la “Gran Promesa”. Tú puedes comulgar nueve Primeros Viernes. Tú puedes con esto asegurar tu salvación. Tú puedes tener garantizada la vida eterna. Tú puedes desagraviar al Corazón de Jesús por tus pecados, por los pecados de los demás. Tú puedes entregarle todo cuanto te pertenece y pasar a ser posesión suya.

 

Cristo te espera el Primer Viernes, quiere tu Comunión reparadora. No aplaces el complacerlo que bien merecido tiene el Corazón Divino tu homenaje de crédito a sus promesas.

 

¡Ea, pues, a comulgar… a reparar… a consagrarte…! Es fácil, ya verás, y si te cuesta sólo será el comienzo, después lo harás gustosísimo, más adelante será un convencido y un agradecido.

 

Para ganar esta gracia tendremos que hacer:

 

– Recibir sin interrupción la Sagrada Comunión, en estado de gracia,  durante nueve primeros viernes seguidos.

– Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

– Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.