Faustina nació el 25 de agosto de 1905 en la aldea polaca de Glogowiec. Fue la tercera hija entre diez hermanos de una familia piadosa. De muy temprana edad, oyó en su alma la llamada a la vida religiosa. El 30 de abril de 1926 recibió el hábito religioso y el nombre de Sor Faustina del Santísimo Sacramento.
Yo...entrego y consagro al Sagrado Corazón de Jesús mi persona y mi vida, mis acciones, trabajos y sufrimientos, para no servirme ya de ninguna parte de mí ser sino para amarle, honrarle y glorificarle. Esta es mi voluntad irrevocable: ser todo suyo y hacerlo todo por su amor, renunciando de todo corazón a cuanto pudiera desagradarle.
Se puede rezar el Santo Rosario en familia antes de iniciar la ceremonia para encomendar los frutos de la entronización al Corazón materno de María.
Pasos que hay que seguir:
A la hora prevista, los padres, hijos y amigos se reúnen en el lugar principal de la casa para la ceremonia. Si la casa aún no está bendecida, el sacerdote, en sobrepelliz y estola blanca, primero la bendice.
Oremos: O Señor Dios Altísimo, bendice esta casa. Haya en ella salud, castidad, victoria sobre el pecado, fortaleza, humildad, bondad de corazón y mansedumbre, observancia plena de tu ley y gratitud a Dios Padre, Hijo y Espíritu San- to. Y permanezca siempre esta bendición sobre esta casa y sobre quienes la habitan, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén
Cuando resulte imposible la presencia del sacerdote, las imágenes son bendecidas de antemano. La familia se arrodilla ante las imágenes. El sacerdote, en sobrepelliz y estola blanca, comienza la bendición.
Oremos: Omnipotente y sempiterno Dios, Tú que no nos prohibiste representar a tus santos en la piedra o la pintura, te rogamos que en tu bondad bendigas y santifiques estos cuadros (estatuas) en honor y memoria del Sacratísimo Corazón de tu Hijo Unigénito, Nuestro Señor Jesucristo y del Inmaculado Corazón de María, su Santísima Madre, para que, siempre que miremos sus apariencias con los ojos del cuerpo, podamos con los ojos de la mente meditar su santidad y ser llevados a imitar sus obras. Puedan todos quienes en su presencia procuren honrar y servir humildemente a tu Hijo Unigénito, Nuestro Señor Jesucristo, y a la Santísima Virgen María, por sus méritos e intercesión, alcanzar de ti la gracia en la vida presente y la gloria eterna en la vida por venir. Por Cristo Nuestro Señor. Amén
A continuación el sacerdote rocía las imágenes con agua bendita.
El padre de familia coloca las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María en el lugar de honor, para rendir homenaje al Reinado de Amor de Jesucristo y a la Santísima Virgen María, quienes donde- quiera son tan poco reconocidos.
Después de la bendición, como expresión explícita de la fe de la familia, todos rezan el Credo de los Apóstoles, de pie y en voz alta:
Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra;
y en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor
que fue concebido por obra del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilatos,
fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso, y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica,
la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén
¡Oh Sacratísimo Corazón de Jesús!, Tú manifestaste a Santa Margarita María el deseo de reinar sobre las familias cristianas; venimos a proclamar tu absoluto dominio sobre la nuestra. De hoy en adelante queremos vivir en tu vida, queremos que en nuestra familia florezcan las virtudes por las cuales prometiste la paz en la tierra, y queremos desterrar de nosotros el espíritu mundano. Tú has de reinar en nuestros entendimientos por la sencillez de nuestra fe, y en nuestros corazones por el amor que arderá para ti solo, procurando nosotros mantener viva esta llama con la frecuente recepción de la Eucaristía.
Dígnate, oh Corazón Divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, apartar de nosotros los vanos cuidados, santificar nuestras alegrías, consolar nuestras penas. Si alguna vez alguien de entre nosotros tuviese la desgracia de ofenderte, recuérdale oh Corazón de Jesús, que eres bueno y misericordioso con los pecadores arrepentidos.
Y cuando suene la hora de la separación, cuando venga la muerte a traer duelo en medio de nosotros, todos, así los que se vayan como los que se queden, estaremos conformes con tus eternos decretos. Nos consolaremos pensando que ha de venir un día en que toda la familia reunida en el cielo, podrá cantar eternamente tus glorias y tus beneficios. Dígnese el Corazón Inmaculado de María, dígnese el glorioso Patriarca San José presentarte esta consagración y recordárnosla todos los días de nuestra vida. Amén.
¡Viva el Corazón de Jesús nuestro Rey!
Oh Inmaculado Corazón de María, Madre y Reina de nuestro hogar, para que podamos ser enteramente de Jesús, nos consagramos a ti, y te suplicamos que rijas nuestra familia para que su Sagrado Corazón pueda reinar en nosotros como reinó en ti.
Deseamos que nuestro hogar sea un santuario de amor como lo fue el hogar de Nazaret colaborando con la Redención con la entrega de nuestras vidas según las disposiciones de tu Corazón Inmaculado para honrar y glorificar a tu Hijo, y reparar las heridas que los peca- dos infligen en su Corazón consolando al mismo tiempo el tuyo.
Gloria al Padre que te cubrió con su sombra, gloria al Hijo engendrado en tu seno virginal, Gloria al Espíritu Santo que te hizo su Esposa. Amén.
Si los niños están presentes, deben rezar la siguiente oración:
Oh Corazón de Jesús, mi Rey y Salvador. Tú que has sido colocado en tu trono en esta casa para estar siempre presente con nosotros, deja que venga a ti, como era tu deseo, pues somos los preferidos del Reino (Mt 19, 14).
Mírame, arrodillado ante tu imagen sagrada con el deseo de ser todo tuyo y para siempre. Te entrego mi corazón y todo lo que tengo: mi alma, mi cuerpo, mis buenas obras, palabras y oraciones. Quiero en adelante ser tan obediente y respetuoso como Tú lo fuiste con María y José en la pequeña casa de Nazaret para crecer “en sabiduría, estatura y en gracia ante Dios y los hombres” (Lc 2). Dame un corazón bueno como el tuyo que no se queje y sea servicial para ayudarte a llevar muchas almas al cielo. Enséñame Jesús a contentarte en todo haciendo siempre lo que más te guste sin ser egoísta ni envidioso.
Gloria al Padre con quien vives feliz en unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
(Los niños pueden recitar un poema o cantar un himno en honor del Sagrado Corazón.)
Nadie deberá estar ausente en esta ocasión solemne, por lo tanto se debe recordar a los que han fallecido. Así, hay que rezar un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria por ellos y por los que están ausentes.
Toda la familia recita la siguiente oración:
Corazón de Jesús, te agradecemos las bendiciones que derramas sobre nuestra familia haciéndola tu morada.
Sea nuestro hogar para tu Sagrado Corazón
un abrigo de calor donde encuentres el descanso y tu delicia.
Nos confiamos y abandonamos a tu Amor seguros de ti
para que venga a nosotros tu Reino.
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confiamos (tres veces).
Inmaculado Corazón de María, sé la salvación de nuestra familia.
San José, ruega por nosotros.
El sacerdote bendice a los presentes con la fórmula usual:
Benedictio Dei omnipotentis, Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, descendat super vos et maneat semper. Amen.
El sacerdote y la familia firman el Certificado de Entronización. Este gran documento es para ser guardado con los otros recuerdos de la familia, o enmarcado y colgado cerca del Sagrado Corazón.
Todos en pie, para agradecer al Inmaculado Corazón de María por la gracia de la entronización que Jesús ha otorgado a la familia, y para proclamar a esta buena Madre como la Reina del hogar, rezan la Salve.
Dios te salve Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos.
Y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima!, ¡oh piadosa!,
¡oh dulce Virgen María!
V. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
“es necesario que Cristo reine”
(1, Co 15, 25)
¡Corazón de maría, sé la Salvación de nuestras familias!